Fuente: elsononline.com
Con Sigilo y nocturnidad en las prácticas periodísticas hegemónicas, cuatro investigadores proponen un modelo para analizar los medios, las noticias y a los generadores de estas
Alejandro Frías
Desde su nacimiento, el periodismo ha sido sometido a análisis desde distintos espacios de conocimiento. La sociología, la semiótica, la psicología e incluso la filosofía, entre otras, han aportado lo suyo para desentramar el hecho periodístico, pero la mayoría de las veces desde una mirada que no se apartaba de las bases establecidas por la escuela anglosajona, y siempre con herramientas, modelos y categorías exportadas de estas disciplinas.
Es decir, el periodismo no contaba con un marco teórico y metodológico con el cual pudiera reflexionar sobre sí mismo.
Sigilo y nocturnidad en las prácticas periodísticas hegemónicas, la compilación de artículos de Ernesto Espeche, Fernando López, Carlos Rodríguez Esperón y Víctor Ego Ducrot, se ofrece como el puntapié inicial para el debate sobre la actividad del periodista desde un enfoque disciplinar propio, para lo cual avanza sobre un análisis profundo del proceso periodístico, desmitificando conceptualizaciones y develando imprecisiones.
Los autores proponen el modelo teórico de la Intencionalidad Editorial, y para elaborarlo dejan en claro que el periodismo no es un hecho aislado de la sociedad, sino que en él pugnan fuerzas que hacen que la noticia se convierta en un fenómeno ideológico, un "arma en la lucha de clases".
A lo largo de Sigilo y nocturnidad..., los mitos alrededor del proceso periodístico van cayendo de a uno. Así, la vieja dicotomía objetividad/subjetividad se resuelve junto a otro par de opuestos tradicionalmente incorporados a ese debate infinito: parcialidad/imparcialidad.
Analizando esto a la luz de las relaciones de poder, de las ideologías, del proceso propio de la elaboración de una noticia, del proceso periodístico enmarcado en una relación dialéctica con de la sociedad, los autores concluyen que el periodismo es, a la vez objetivo y parcial, con lo que resulta una especie dentro del género de la propaganda.
El modelo de la Intencionalidad Editorial, planteado como está, es una herramienta para que los teóricos analicen el periodismo y para que, a la vez, sean los propios periodistas quienes revisen sus prácticas.objetivos y parciales. El Sol dialogó con Ernesto Espeche, uno de los autores de Sigilo y nocturnidad..., acerca de algunos aspectos que hacen al libro y a la propuesta teórica y metodológica que en él se expone.¿En función de qué nace esta necesidad de elaborar herramientas para analizar el periodismo?
Partimos del reconocimiento de que hay una especie de divorcio entre el oficio periodístico y la academia, es decir, aquellos marcos teóricos desde los cuales se piensa la comunicación. Generalmente, la academia piensa al periodismo por fuera de su propia práctica, es decir, son las ciencias sociales y otros campos del conocimiento que han pensado el periodismo, pero no son periodistas quienes se han tomado la tarea de reflexionar sobre su propia práctica. A lo sumo, los periodistas reflexionan en términos descriptivos, y esto ha generado manuales de periodismo o descripción de rutinas periodísticas, pero no han tenido esas reflexiones un carácter más amplio, más explicativo, más filosófico sobre su propia tarea. Es decir que nosotros partimos de una necesidad. Hasta el momento no hay vigencia de modelos teóricos que piensen al periodismo desde el periodismo, que entiendan la relación entre el oficio y la academia, entre la teoría y la práctica, como una unidad y no como cosas separadas. Porque la teoría y la práctica son parte de un mismo movimiento, y la práctica genera en el propio periodista una necesidad de reflexionar sobre su tarea, y esa reflexión teórica y filosófica seguramente modificará y transformará sus prácticas, las que en el futuro motivarán nuevas reflexiones, en esa dialéctica que incluye a la teoría y a la práctica como parte de un nuevo movimiento. Desde ahí nosotros estamos pensando este libro, que surge como necesidad entre varios periodistas, docentes e investigadores de las universidades públicas que nos conformamos como un equipo de investigación y que queremos colectivizar estas reflexiones y pensar un modelo teórico desde las entrañas de la actividad periodística y que pueda trascender el mero marco descriptivo.En el libro proponen varias rupturas, entre ellas, la de la dicotomía objetividad y subjetividad. ¿Qué posibilidades hay en la actualidad de que los periodistas se replanteen esto?
El binomio objetividad-subjetividad sobre el que hemos discutido en las aulas y en las salas de redacción parecía una opción de hierro ante la cual tomar posición, y nosotros creemos que esa es una falsa contradicción, que no hay salida posible de ella, y para eso nos asentamos en una frase de Jorge Ricardo Masetti, el fundador de la agencia Prensa Latina en Cuba, que hace casi 50 años dijo "somos objetivos pero no imparciales", lo que nos disparó un montón de preguntas, porque lo que estaba haciendo era diferenciar la objetividad de la imparcialidad. Hasta el momento, el debate trunco entre objetivistas y subjetivistas considera a la objetividad como parte del campo semántico de la imparcialidad y la neutralidad, es decir, sos un periodista objetivo en la medida en que te mantengas distante de los hechos, en que manifiestes una imparcialidad ante los hechos y que reflejes casi transparentemente la realidad que te toca cubrir. Cuando Masetti dice eso, está diciendo que la objetividad es otra cosa, porque nosotros somos objetivos pero no somos imparciales, entonces nosotros incorporamos un segundo par dicotómico que ponemos en relación con este primero, para que, en definitiva, le dé sentido y lo complemente dialécticamente. Entonces, pensamos que no, que la objetividad no es lo mismo que la imparcialidad y que la subjetividad no es lo mismo que la parcialidad. El periodismo, por tanto, es necesariamente objetivo, porque es el único de los relatos que necesita de fuentes, directa o indirectas, documentales o testimoniales, para poder tomar contacto con la realidad, pero, al mismo tiempo, al seleccionar la fuente, al tratarla, al seleccionar la agenda y al redactar una nota estamos tomando posición sobre ese mismo hecho que estamos relatando, por lo tanto, somos, al mismo tiempo, parciales. Es decir que aquella frase de Masetti de hace 50 años, para nosotros hoy se resuelve deconstruyendo o derrumbando el debate trunco entre objetivistas y subjetivistas. El periodismo es siempre objetivo y parcial.Y esto tiene que ver con la forma en la que cruzan los conceptos de propaganda y periodismo.
Nosotros creemos que el periodismo es parte del género de la propaganda. Lo que sucede es que tiene particularidades que lo diferencian. Decimos que es propaganda porque, al tomar posición sobre los hechos que informa, el periodista también se involucra en esa realidad, y esa realidad, al mismo tiempo, lo determina. Eso ubica al periodismo más allá de las particularidades, de los géneros periodísticos, porque hay siempre una toma de posición política que intenta convencer o argumentar en función de tal o cual sentido. Entonces, hay una intención de parte de los periodistas de incidir, consciente o inconscientemente, siempre hay una toma de posición, y eso inscribe su actividad en la puja por el poder, para construirlo o deconstruirlo, y no sólo el gubernamental, sino en todos los ámbitos, desde el punto de vista de Foucault, es decir, el poder que se expresa en las pequeñas cosas cotidianas, hasta en los grandes campos de la vida política nacional. Ahora, se diferencia del resto de los formatos de la propaganda, porque es el único que necesita remitir a fuentes.De hecho, en su artículo, Fernando López se explaya sobre las cinco reglas de las propaganda, resaltando los parecidos con el periodismo.
Como ejemplo de que el periodismo es parte del género de la propaganda recurrimos a la teoría de la propaganda. En los textos de Jean-Marie Domenach se plantea que hay cinco reglas que interactúan en un relato propagandístico. Nosotros mostramos en el libro que esas cinco reglas se cumplen en la actividad periodística, pero sólo como para mostrar que efectivamente hay un espacio común. Ahora, al mismo tiempo hay una diferencia enorme. La propaganda es recibida por un receptor de manera generalmente negativa, mientras que el periodismo goza de cierto marco de credibilidad, porque se presenta como un relato supuestamente neutral ante esos hechos, entonces es mucho más creíble, y así surge, a finales del siglo XIX, la prensa moderna, con las agencias internacionales de noticias, con la idea de objetividad atada a la de neutralidad y a la de independencia periodística. Esto le permite al periodismo disputar poder o inscribirse en los marcos de formación de opinión pública, porque es presentado no como una posición tomada y explícita, como en el resto de los géneros de la propaganda, sino que esté enmascarando en su propia lógica y en su funcionamiento una parcialidad, la cual, es presentada como un valor general y no como un valor particular.Para elaborar el modelo de la Intencionalidad Editorial, recurren a autores como Gramsci, Marx, Foucault y hasta Spinoza, y en varias oportunidades tiran abajo algunos paradigmas del posmodernismo. Viéndolo así, ¿el posmodernismo es una construcción publicitaria?
Esto es una discusión muy fuerte al interior de los debates filosóficos actuales, pero nosotros creemos que el posmodernismo es una corriente que emerge al calor de la crisis de la racionalidad moderna y que se expresa en distintos ámbitos de la cultura. Se es posmoderno desde lo político, lo ideológico y lo estético. En el caso nuestro, el posmodernismo aparece negando el concepto de poder, y en muchos ámbitos el poder es reconocido como algo malo. De esta manera, la academia y las reflexiones teóricas dejaban de lado las discusiones en torno al poder en el mismo momento histórico en que el poder se concentraba. Se dejaba de discutir en las aulas sobre el poder de los medios de comunicación. La mirada posmoderna ha logrado correr el eje de la discusión en torno al periodismo, ubicarlo en un lugar mucho más edulcorado. El poder hoy nos indicaría que el periodismo es subjetivo, que no hay realidad o verdad, que hay sólo interpretaciones sobre una realidad y todas son igualmente válidas. Y si bien este aspecto sirvió para confrontar con el modelo ortodoxo anglosajón del periodismo objetivista, no resuelve otros aspectos.Algunos de ustedes son partícipes de Carta Abierta, por lo que parece apropiado preguntar qué espacio para la implementación de la Intencionalidad Editorial hay a partir de la nueva Ley de Medios.
Yo creo que es muy importante vincular esta mirada sobre el periodismo con la nueva ley, porque lo primero que está haciendo, desde el punto de vista en que nosotros la vemos, es el reconocimiento de que no hay posibilidad de seguir sosteniendo la idea del periodismo independiente, que en realidad hay miradas e interpretaciones sobre esa realidad que tienen que ver con los intereses diferenciados que hacen a una sociedad que tiene sectores sociales políticos y culturales muy diferenciados y que, por supuesto, ante la misma realidad habrá interpretaciones diferenciadas de estos sectores que son reconocidos a partir de esta ley como relatos válidos. Hasta el momento, el periodismo seguía sosteniéndose desde la credibilidad que implicaba el reconocimiento de una realidad incuestionable, objetiva, desde el punto de vista de la distancia que el periodismo tomaba de los hechos y una falsa idea de que se expresaba con la actividad periodística la absoluta realidad. Me parece que esta ley, al otorgar el carácter de emisor y potencial difusor a los distintos sectores de la sociedad, a los pueblos originarios, a las ONG, los está reconociendo.Pero por un lado está la letra, la ley, y por otro hay un Gobierno nacional que cada vez está haciendo una mayor concentración de poder.
Creo que la ley, al permitir la inclusión de esos otros sectores en el hecho periodístico, está abriendo la posibilidad de que se elaboren mecanismos de control y, en todo caso, evitar la concentración de poder.
Dicen que el periodismo es objetivo y parcial, eso deja que también puede haber algo ¿imparcial y subjetivo? por ejemplo, los artículos de opinión. Ya que en ellos, no en todos los casos, quien escribe esta dando su opinión acerca de un tema por ende no es objetivo pero a su vez puede mantenerse imparcial respecto a lo que dice, en "territorio neutral". ¿o esto no es posible?
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